Fernando Adam
Barcelona
Spain
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Textos
TEXTO DE CRISTINA RAFFALLI PARA LA EXPOSICIÓN
DIÁLOGOS, MONÓLOGOS Y SILENCIOS
Galería Minotauro - Cecilia Ayala
"Palabras y deseo: el territorio común es la ausencia"
Tzvetan Todorov
La alternancia permanente entre silencio y voz, ausencia y pres encia, prueba en la obra de Fernando Adam que la tensión provocada por la dualidad de la cual toda unidad está hecha, es el secreto de su consistencia.
De esta sospecha nace una pintura en cuya escena se reconcilian, a través de una vibración conectora (la vibración del lenguaje), todas las paradojas que conforman un sentido. Una vibración describe el tránsito entre vacío y plenitud, y ambas posibilidades convergen en una misma y simultánea sensación: se ha vaciado de ideas el espacio, para abrirlo al sentido.
El cuerpo que ha abandonado el vestido, no por invisible llega a estar ausente, y desde su no estar, se adueña de una voz tan elocuente como remota. A decir del artista, estos trajes desentrañados son “un homenaje a la mujer que sabe volar”, con el vuelo del espíritu, con la partida hacia otros mundos, los de la lejanía, los no físicos que cobran cuerpo en esta obra.
La vibración del lenguaje que conecta, procede de un espacio poético y no otro es su destino. Es en las regiones de lo poético donde es posible (y necesario) vaciar para colmar, desprenderse para poseer, ausentarse y dominar. Como ha dicho Fernando Adam, la ausencia es el escenario de la imaginación, ésa a la que invita la escalera que señala al infinito, o la ventana abierta hacia el mundo de los sueños, cuyo mínimo anuncio de luz ya vuelca al espectador hacia la vastedad de lo no expuesto, lo intuido, lo aspirado, la ilusión, aquí tan óptica como secreta. Un mundo pictórico ha hecho visible la tensión vital entre lo físico y lo metafísico.
Cristina Raffalli
Septiembre 2006
Diálogos y vacíos con Fernando Adam
El espectador tiene que constuir un guión en la muestra del pintor venezolano
"Fernando Adam usa a propósito sombras erróneas, perspectivas irreales y tambalearse entre el hiperrealismo y la ficción" (OSWER DÍAZ MIRELES)
MARÍA GABRIELA MÉNDEZ EL UNIVERSAL
Las habitaciones que pinta Fernando Adam probablemente están vacías. Pero probablemente no. Quizás ya no habite nadie en ellas pero tal vez sí. Los vestidos que pinta Adam parece que ya nadie los porta, pero probablemente sí haya alguna mujer dentro de ellos. En cualquiera de los casos, es el espectador quien construirá su propio guión con lo que pasa y lo que no, en esos lugares reales pero inexistentes.
La obra de este pintor venezolano -cuya muestra Diálogos, monólogos, silencios está en la Galería Minotauro- se balancea siempre entre la dualidad, aparentemente contradictoria: el espacio vacío, el espacio lleno; el hiperrealismo y la ficción; el interior y el exterior; la soledad y la no soledad. Elementos que en vez de excluir, incluyen. "Esa dualidad genera un punto de tensión. Soy muy reticente a los absolutos", confiesa.
Al respecto explica que su técnica, el modo de decir las cosas, está ligado al concepto: "Las sombras son erróneas, las perspectivas no son reales. Porque está hecho al ojo, no con trazado geométrico ni fotográfico. Está hecho así con intención para que no sea hiperrealista, porque no es mi objetivo recrear algo".
En esta muestra se recogen 27 piezas de cinco series: "Cuando te miro", "Cada vez que te vas", "Registros de silencio", "Paisajes emocionales" y "Siempre sueño lo mismo". El hilo conductor de buena parte de estos trabajos es el tema del despojo y el vacío.
En "Registros de silencio" las habitaciones están vacías o llenas de espacio libre. Sólo hay muebles de madera muy sencillos: "Esos objetos representan al hombre en ese espacio vacío", cuenta. En esa imagen se ofrece la mínima información. Y quizás es eso lo que ejerce ese magnetismo inexplicable hacia la pintura de Adam.
El objeto protagonista no es el mueble solitario, sino la luz que entra por la ventana. "Es un espacio que sugiere historias de personas que vienen, que van, que pueden estar o estar deshabitadas como un espacio para la transición más que para la soledad", añade.
En la serie "Cuando te miro", Adam pinta objetos de la feminidad, adulta y niña. "Es un homenaje al mundo femenino, al mundo desconocido de la mujer. Por eso está el vestido vacío. Se llama 'cuando te miro' porque no puedo ver más allá de eso que miro".
Adam usa collages, capas de materiales sobre los que pinta. Eso logra texturas particulares que te dan un toque de realismo a la obra. Pero su acercamiento a la pintura, lo describe como "salvaje" y no porque lo sea en realidad sino porque nunca estudió artes plásticas. Pinta por instinto y también porque es como una obsesión hacerlo.
Cuando terminó la carrera de diseño en el Instituto Neumman sintió la necesidad de acercarse a la funcionalidad del objeto. Fue cuando se dedicó a hacer muebles de madera. Algo de esos dos oficios están de alguna manera presentes, aunque él prefiera definir su obra como "un camino propio": "La obra tiene sentido cuando tiendo un hilo entre mi emoción y la del espectador. Cuando esa persona se obsesiona con la obra".
El crítico de arte, Perán Erminy, escribió al respecto: "Esta exposición es excepcional en Venezuela; es algo distinto, único, sorprendente. No tiene nada que ver con ninguna de las tendencias que están a la moda. Un mundo metafísico, de soledad sin fin, de espacios ambiguos, vacíos, entre interiores y exteriores, sin tiempo ni lugar, es una trascendencia inusual en la plástica ordinaria, la hacen sobresalir en su excelencia".
A Fernando Pessoa le "apretaban" dos grandes tedios: "el tedio de poder vivir sólo lo Real, el tedio de poder concebir sólo lo Posible". El colofón de esa frase es para él una referencia justa a lo que es su trabajo y le habla desde alguna pared de su taller en España. El lugar donde hace ocho años se instaló. El mismo lugar que le permite evocar la frase de Antonio Seguí: "Me fui sin irme y me quedé sin quedarme".
El mueble 130 x 130 2007 - Fernando Adam
Fernando Adam
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